En el anhelo de la bruja Nerva por alcanzar la inmortalidad, decidió cambiar su viejo cuerpo y conservar su alma en otro como recipiente. Estudió durante años los conocimientos perdidos en libros y pergaminos polvorientos, de temas sobre transmutación, evocación y nigromancia. Sin embargo, encontró un libro aún mas antiguo que los demás, en un compendio de cuevas bajo su gran torre, que trataba sobre unos extraños seres que vinieron del exterior, para someter a los humanos y a todos los animales que vivían pacíficamente. Quedó tan atónita por las descripciones de estos seres, que eligió el cuerpo de esa criatura como recipiente para su lonjeva alma. Realizó un lento y oscuro ritual, mientras que a mas palabras pronunciaba, mas pesado se volvía el ambiente de la estancia, y un olor a azufre emanaba de los toscos muros. Cuando acabó, volvió a abrir los ojos y un terror instintivo le sacudió hasta las uñas, no pudiendo creer el ser horrendo que se encontraba a solo un metro suya, mirándola fijamente con sus 6 ojos brillantes. Un ser con un aura oscura, con maldad por naturaleza. Nerva no pudo soportar los sonidos que la criatura gritaba en su cabeza, un hechizo con el que la criatura intentaba someter a la desdichada para poder comérsela, dado que se encontraba muy débil en ese momento como para pelear. Sangrando por sus ojos y oídos, se arrojó por la ventana del alto torreón. Aún abajo, con su cuerpo destrozado, y empapando toda la hierba en sangre, unas palabras roncas salieron por su garganta, ES ADIMENSIONAL.